La dignidad que da la actitud (Primera parte)
Dalisay* viene a
trabajar los miércoles de 8 am a 1 pm. No tiene un horario fijo, su trabajo es
de resultados y no de llenar tiempos. Ella es filipina y hasta que hablé con
ella, creí que no tenía más de 45 años, sin embargo, en la corta charla que
mantuvimos en la cocina mientras calentaba mi café, me dijo que tiene una hija
de 24 años.
También me contó que
vive en Líbano hace 21 años y que llegó para trabajar pues era/es muy difícil la
vida en Filipinas para una madre soltera. Vino patrocinada por una familia
libanesa que la empleó durante años y que todavía la apoya para actualizar
anualmente el permiso de trabajo.
Hay ciertos trabajos
que los orgullosos libaneses no quieren hacer, entre ellos están labores de
limpieza tanto en la calle como en las casas, cuidado de niños, choferes,
cocineros, empacadores en supermercados y otros más. ¿Y de dónde vienen estos
trabajadores? La mayoría de Filipinas, Sri Lanka, Etiopía, islas Mauricio e
India. También hay nepalíes.
Al principio los inmigrantes
llegan al país a través de una agencia que los contrata legalmente. El proceso
es exclusivo para libaneses -el empleador no puede ser extranjero, pero amigos o
colegas libaneses prestan sus nombres en el papel para hacerlo en nombre de
ellos.
Se pagan alrededor de
USD2.500 si es de Filipinas USD1.200 de Etiopía y USD2.000 de Sri Lanka. Esto
cubre el costo del tiquete y la comisión de la agencia. Además, hay que pagar
por el permiso de trabajo, la visa de residente y el seguro de salud. Y,
USD1.000 extras de depósito reembolsables una vez el empleado abandona el país.
Los salarios mensuales
establecidos son alrededor de USD200 para filipinos y USD150 para etíopes o de
Sri Lanka. Luego de dos años, extensibles a tres, se debe pagar por el tiquete
de regreso. Los permisos de trabajo y residencia se deben renovar cada año.
Guías de vivir en
Beirut explican que, el empleado contratado debe pasar un examen médico en su
país de origen antes de venir a Líbano que se repite una vez llega al país. Además,
el empleador debe recoger personalmente al empleado en el aeropuerto y hacer su
proceso de inmigración.
Un proceso muy
dispendioso y costoso. Uno se pregunta si la gente en Líbano (nacionales y
extranjeros) tiene tanta plata para emplear a un migrante, dado que el mercado
no ofrece locales haciendo ese tipo de trabajos a precios razonables. De todos
modos, en las calles y hogares se ven muchos empleados domésticos extranjeros.
La razón, es que el status legal de muchos no es del todo claro. Así que no es
necesario aplicar a una agencia para trabajar con un inmigrante, hay muchísimos
ya establecidos en el país.
Esto, porque luego de
que a muchos se les vence su contrato quedan de ilegales trabajando por horas
huyendo de las autoridades. Ese no es el caso de Dalisay a quienes sus empleadores contrataron por
primera vez desde Filipinas y luego al vencerse el contrato y ellos irse del
país, siguieron patrocinando con su firma y el permiso anual de trabajo.
Dalisay tiene suerte
porque no todos los empleadores son éticos y amables. Hay muchos casos de
explotación laboral y abuso de toda clase porque los inmigrantes ilegales -en
muchos casos incluso los legales- no tienen ninguna protección de las
autoridades.
(...)
Dalasay es una mujer con mucha suerte al tener "ángeles" que la protegen y ayudan. Lástima que no todas puedan contar con esa suerte, creo que el Estado podría ayudar un poco para que tantas mujeres que quisieran trabajar lo logren dignamente
ResponderBorrar