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Mostrando las entradas de junio, 2022

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Uno entra a un apartamento y empieza a labrar una relación con él. Se imagina quién vivió ahí, porqué ya no lo hace. Uno es intrusivo porque se cuela en todos los rincones. Abre puertas y cajones buscando que funcionen bien, que estén en buen estado para no tener sorpresas luego. Lo recorre y se imagina, tal vez, la decoración perfecta para ese rincón al que le entra la luz de la tarde. Uno entabla una relación porque quiere que le guste el apartamento y cerrar un negocio diciendo honestamente que qué lindo es este lugar; uno quiere llegue un buen comprador o inquilino porque el sitio es bonito y está bien mantenido. Hay silencio cuando uno entra y sus pasos se oyen con eco. Los perros de los vecinos acompañan la escena, ventanas abiertas igual que cortinas para q entre la luz, las hadas protectoras. Entonces uno nota un bombillo led desenroscado en mitad del techo de la sala. No hay problema, es fácil de arreglar se dice a sí mismo. Se acerca y queda en ángulo cenital y detall

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No puede faltar el drama en el trabajo y los niveles de estrés que uno subestima en algunas sino todas las profesiones. La dificultad de esta profesión de agente de bienes raíces excluyendo correr detrás de una comisión, clientes impuntuales o insatisfechos, radica en que las llaves del inmueble no abran la puerta. El tema funciona así: llega uno puntual con cierto tiempo de margen para abrir ventanas, conocer el espacio, entablar una relación con el producto a vender. Contando con ese tiempo extra de, llámese coloquialmente esparcimiento, llega uno con las manos limpias y oliendo a perfume. Pone sus pies en el piso del hall del edificio. Saca el llavero y abre con suavidad la chapa. Sorpresa. No funciona. No gira la llave. Intenta varias veces haciendo cada vez más fuerza. No pasa nada. El reloj camina y los clientes ya están en camino. Maldice, pero a quién si no hay nadie. Busca al portero/persona d aseo para que lo ayude. Es una mano girando la chapa, otra empujando la puer